Techos de cristal
Allí yacía sobre el suelo frío,
lo único que dislumbraba
era aquel techo de cristal.
Alguien la había empujado
escaleras hacia abajo,
no sin antes haberle
propinado una brutal paliza.
Ya semi-inconsciente, palabras
retumbaban en su cabeza:
-¡PUTA, VÍBORA! Lo vas a pagar.
Continuaban los exabruptos...
Ese alguien, el padre de sus hijos,
habia alzado sus piernas
para pasar por encima de su cuerpo
y salir por la puerta.
Y cuando ella no notó su presencia,
exhausta, perdió la consciencia.
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